En diversas facetas de nuestras vidas, ya sea en las interacciones personales, el lugar de trabajo o la arena política, a menudo observamos una preocupante inclinación hacia la ignorancia y la evasión en lugar de la resolución activa de problemas.
Como parte de Fundament, una organización sin fines de lucro, hemos dedicado nuestros esfuerzos desde 2019 a desentrañar las complejidades de la convivencia social. Nuestro enfoque se ha centrado principalmente en la educación y el turismo, aunque el problema es mucho más amplio, lo que me lleva a expresar estos pensamientos.
Echemos un vistazo más cercano a los hábitos que insinuamos antes. En su núcleo, a menudo se originan en nuestra capacidad innata para gestionar nuestras propias expectativas de vida y las que imponemos a los demás. Nuestro entorno está cada vez más lleno de productos y servicios diseñados para satisfacer nuestros deseos específicos, un principio de diseño a menudo llamado «diseño centrado en el ser humano», destinado a simplificar nuestras vidas.
Sin embargo, aquí yace un problema potencial: una consecuencia no intencionada podría ser el desarrollo de personalidades egocéntricas. Por ejemplo, en las redes sociales, los algoritmos están diseñados para servir contenido que mantenga a los usuarios comprometidos, a veces a expensas de presentar perspectivas diversas. El debate en curso gira en torno a si los principios de diseño deben considerar el contexto individual para evitar efectos secundarios imprevistos. Si bien los diseñadores contemporáneos están adoptando cada vez más este enfoque, el daño a la sociedad tiene raíces en el pasado.
Como especie, a menudo nos encontramos en conflicto con nuestras propias luchas internas y nuestro impacto en el planeta. Si bien comprendemos las causas, reconocerlas puede ser un desafío diferente. Por lo tanto, a menudo nos retiramos a nuestras esferas privadas, esforzándonos por existir dentro de las realidades perfectas que hemos construido.
En la búsqueda de la libertad personal, a veces pasamos por alto una verdad fundamental: la libertad coexiste con las reglas de la sociedad.
El aforismo «la libertad termina donde comienza la libertad del otro», atribuido al filósofo Immanuel Kant, subraya la importancia de respetar la autonomía y la libertad de los demás.
Abundan ejemplos de individuos que priorizan sus propios intereses, justificando sus acciones al afirmar que las reglas infringen su libertad. Esta divergencia crea una brecha entre aquellos que defienden un trato igual para todos y aquellos que priorizan la autoconservación, invocando los principios de la teoría de «supervivencia del más apto» de Darwin. Tales divisiones siembran discordia y desencadenan reacciones en la sociedad.
El impacto de esta polarización se hace especialmente evidente en la política. A menudo, el panorama político parece dominado por desacuerdos perpetuos, con la colaboración quedando en un segundo plano ante escaramuzas dirigidas al sabotaje.
Este es un espectáculo diario en nuestros canales de noticias, donde los medios de comunicación a veces nos animan a reemplazar los hechos con nuestras propias interpretaciones, exacerbando así el problema. Si no enfrentamos estos comportamientos perjudiciales, nuestra sociedad corre el riesgo de erosionarse aún más mediante el engaño y la manipulación.
Debemos comenzar a abordar la polarización y las diferencias extremas de opinión dentro de nuestros círculos más cercanos. Debemos esforzarnos por redirigir nuestra política lejos del egoísmo y el comportamiento resentido. Como sociedad de individuos responsables, debemos abordar los problemas de manera proactiva en lugar de procrastinar, participar en un diálogo significativo y mantenernos abiertos a perspectivas diferentes sin resentimiento ni consejos no solicitados.
Al tomar estos pasos, podemos liberarnos de nuestros patrones destructivos y cultivar una sociedad resiliente basada en valores fundamentales y el amor. Comienza con nosotros aquí, para remodelar el rumbo de nuestro futuro colectivo.
No hay izquierda ni derecha; esto cambia constantemente según tu posición. La respuesta está en encontrar puntos en común, no en los extremos.