¿Será el turismo de masa el más sostenible?

Cambio en el Turismo: Reflexiones sobre Sostenibilidad y Comunidad

En el verano de 2017, Alexander Krex escribió un artículo en el periódico alemán DIE ZEIT que, aunque inicialmente pasó desapercibido, hoy cobra una relevancia nueva en el contexto actual.

Con una creciente conciencia global sobre la crisis climática, es el momento de replantear cómo abordamos el turismo.

Creemos firmemente que el turismo debe ser una actividad que respete tanto el medio ambiente como las comunidades locales.

Krex plantea una visión controvertida pero reveladora: el turismo masificado, aunque a menudo criticado, puede ser más eficiente en el uso de recursos como agua y electricidad en comparación con el turismo individual.

Este último, a menudo percibido como más respetuoso con la cultura y el entorno, puede en realidad contribuir a la degradación de las infraestructuras locales y al aumento de los precios, afectando negativamente a los residentes.

En particular, en entornos cercanos a los habitantes y la cultura que tanto se aprecia. El resultado puede ser la gentrificación y problemas de convivencia, debido a distintos conceptos de vida: habitantes que trabajan o estudian con un ritmo normal de jornada, chocando con turistas que viven su sueño de estar en otro país, con ritmos vacacionales que no necesariamente coinciden con los de una jornada laboral.

El aumento del turismo individual y los viajes cortos provocan problemas de convivencia en zonas urbanas, exacerbando la gentrificación y la especulación inmobiliaria.

En destinos turísticos masificados como Benidorm y Cancún, la infraestructura está diseñada para manejar grandes volúmenes de turistas de manera más eficiente, minimizando el impacto ambiental y optimizando el consumo de recursos.

En las Islas Baleares, Canarias y muchos otros sitios, el turismo de masa puede ser más sostenible por el hecho de compartir recursos, pero el concepto de masa se arruina si son simplemente demasiados, como por ejemplo en Mallorca, con casi 14 turistas por habitante durante el año.

La industria del turismo, impulsada por un modelo neoliberal, tiende a crear «barrios hoteles» en las ciudades, donde solo los turistas y especuladores prosperan, dejando a los residentes locales con trabajos precarios y despojados de sus hogares tradicionales. Es fundamental que se tomen medidas políticas contundentes para regular esta actividad y garantizar que los beneficios del turismo se destinen al bienestar de las mayorías sociales.

Barcelona ha tomado pasos significativos en esta dirección, prohibiendo la construcción de nuevos hoteles urbanos y regulando el alquiler de viviendas a turistas. Además, la ciudad ha anunciado la prohibición del alquiler vacacional privado, que tanto daño hace a la convivencia de la ciudad. Este enfoque debe servir como modelo para otras ciudades que buscan equilibrar el crecimiento turístico con la calidad de vida de sus habitantes.

Promovemos un modelo turístico que priorice el bien común, la justicia social y ambiental. El turismo debe integrarse de manera sostenible, respetando las singularidades y límites de cada comunidad. Instamos a los viajeros a considerar destinos con infraestructuras adecuadas para el turismo masivo, reduciendo así la presión sobre las áreas urbanas y contribuyendo a la protección de las ciudades auténticas que tanto apreciamos.

La sostenibilidad en el turismo no se trata solo de reducir la huella de carbono, sino también de fomentar una convivencia armoniosa entre turistas y residentes, asegurando que ambos puedan disfrutar y beneficiarse de esta interacción. Es hora de cambiar nuestro enfoque y adoptar prácticas que realmente contribuyan a un futuro más sostenible para todos.

Fuentes:

  • Artículo original de Alexander Krex en DIE ZEIT Enlace al artículo
  • Reflexiones y análisis por el equipo de Fundament