Los padres siguen siendo de tener un papel importante en la educación de sus hijos.
No basta dejarlo todo en las manos del sistema educativa.
En muchos casos, el sistema educativo actual, exige a nuestros hijos que adquieran diversos conocimientos, al mismo tiempo, y de la misma manera.
Una metodología anormal, siendo que no todos los niños, aprenden de la misma forma o al a caminar al mismo tiempo, tampoco o dejan los pañales a la misma edad o aprenden a leer en forma simultánea.
La pregunta que debemos hacernos como padres es, ¿por qué el sistema educativo se empeña en llenar de información a nuestros hijos, pero no les enseña a pensar o comprender por sí mismos?
¿Qué vas a encontrar en este artículo?
- El Modelo educativo de los siglos por los siglos.
- ¡Buen día, Señor Profesor!
- El sistema, los docentes y ¿el rol de nosotros?: los padres
- En búsqueda de un modelo educativo sostenible.
El modelo educativo de los siglos por los siglos.
¿Qué pensarías si te digo que el modelo educativo que transitamos nosotros y que hoy viven nuestros hijos es el mismo modelo de nuestros abuelos y bisabuelos?
Seguro dirías que es una locura, que es impensable ya que la realidad de hoy es totalmente diferente a lo que vivieron nuestros antepasados, incluso a nuestra propia experiencia.
Pero así es, el modelo educativo actual se construyó basado en el modelo de trabajo industrial, para que las personas salgan formadas para trabajar en una fábrica.
Aunque es difícil de creer, el sistema de educación tradicional no anima a los alumnos a que piensen, pregunten o que sientan curiosidad. Muchas veces normalizamos el bullying, los maltratos y los abusos, porque fomenta la desigualdad penalizando a los que no encajan en el sistema . Los vemos y damos vuelta la cara.
El sistema educativo tradicional, puede transformar a nuestros hijos en personas sin sueños y sin motivaciones.
Pensar en un modelo educativo que ayude a los niños y jóvenes a comprender mejor el mundo, a ser más solidarios y empáticos, debería ser nuestro imperativo como comunidad.
Una educación que brinde a los alumnos no solo conocimientos, sino que además les brinde las herramientas, habilidades y valores para poder llevar adelante acciones responsables que favorezcan nuestras sociedades.
¡Buen día, Señor Profesor!
El rol del docente, es fundamental. Es la figura en la cual delegamos y confiamos los mejores años de nuestros hijos para que ellos sean los mentores de guiarlos en los conocimientos.
Este pensamiento estuvo y está vigente aún (cada vez con mayor tendencia a bajar) en algunos lugares del mundo. Y esto sucede ya que los padres están perdiendo la fe, el respeto y confianza en los docentes.
¿Pero cuál es el problema? En primera instancia, el sistema político y económico que atenta con sueldos por debajo de la mínima y arremete contra esta profesión tan noble, como la de educar.
Por ende, se pueden generar varias situaciones:
- Que el docente necesite trabajar dobles turnos, como sucede en Argentina (ya que los sueldos son muy bajos) perdiendo de esta forma el enfoque en sus alumnos.
- Que su pasión por enseñar se transforme en una carga.
- Estrés, desmotivación y como consecuencia, docentes amargados y alumnos infelices que terminan rechazando la escuela.
El docente, es un mentor, un guía que tendría que co crear, comprender y jugar con los alumnos. No tiene que estar un escalón más arriba de sus alumnos, sino que tiene que acompañarlos en su proceso de aprendizaje.
El sistema, los docentes y ¿el rol de nosotros?: los padres.
Ahora bien, pararnos en la vereda de enfrente para criticar es lo más fácil. ¿Qué podemos hacer nosotros para acompañar el proceso educativo de nuestros hijos?
Exigimos mano dura, deberes y tareas para que nuestros niños sean los mejores, tengan las notas más altas, y nos olvidamos que nuestros hijos también son niños.
Nosotros mismos, como padres, estamos siendo parte de la desmotivación de los chicos y jóvenes, los arrastramos a que vayan a la escuela y que luego sigan estudiando todo el día, y nos apoderamos de sus derechos a jugar y crear.
Queremos que ellos estén tan ocupados y agotados para que no puedan exigirnos ni pedirnos tiempo.
Tiempo, para escucharlos, para jugar, para reír. Tiempo para ayudarlos y acompañarlos a ser y crecer.
Muchas veces estamos ensimismados en el trabajo o en ocupaciones que al final del día, al final de los meses, al final de los años, nos damos cuenta que nada nos devuelve el valioso tiempo compartido con nuestros hijos.
Entonces, ¿cómo padres, qué podemos hacer?
- Escucharlos y acompañarlos para que ellos puedan estudiar con ganas y disfrutar su época escolar.
- Comprender sus ritmos de aprendizaje, es decir, entender que tal vez nuestro hijo no sufre de déficit de atención, sino que tal vez se aburre en clases.
- Asegurar calidad en educación en vez de cantidad de títulos. A veces creemos que tener más estudios o títulos nos vuelve mejores profesionales, con más opciones de trabajos y por lo tanto más felices.
- Reconocer que la educación tradicional no contempla al alumno como individuo, por lo cual, es importante transmitir a los hijos que no es la escuela (con sus evaluaciones las notas) la que define la capacidad de una persona, sino la persona misma, con sus capacidades y talentos, que a veces se tienen que desarrollar fuera del entorno escolar.
- Tener confianza y darles confianza para que puedan encontrar su camino.
- Hacerles entender que la felicidad no pasa por una profesión que no nos apasiona, sino que se trata de alcanzar un equilibrio entre lo que amamos hacer y ganar por ello una remuneración equitativa y justa.
- No proyectar su futuro, sino ayudarles a entender la importancia de encontrar una profesión que realmente suene con sus intereses.
- Asegurar que la educación no solo se limita al sistema escolar. El entorno familiar y social constituye la fuente más importante para que se forme un adulto.
En búsqueda de un modelo educativo sostenible.
Poder juntarnos como sociedad a pensar y explorar el camino hacia la sostenibilidad en la educación, es uno de los mayores desafíos que tenemos.
Poder brindarles a nuestros hijos, que son el futuro, herramientas para ayudarlos a comprender mejor el mundo.
Como lugar de aprendizaje, la escuela puede ayudar al alumnado a entender su impacto sobre el planeta, a valorar las evidencias por sí mismos/as, y a darles los conocimientos y las habilidades que necesitan para ser miembros activos de la sociedad.
Como ámbito de acción, la escuela -desde la innovación y la mejora- puede mostrar formas de vivir que sean modelos de buenas prácticas para el alumnado y su comunidad, ofrecerles la oportunidad de concretar la idea de desarrollo sostenible a través de las experiencias de aprendizaje diarias y contribuir a una vida sostenible (Martínez Huerta, 2009).
Ser partes del proceso de aprendizaje de nuestros hijos, involucrarnos, para acompañarlos a crear un mundo mejor.
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Fuentes:
Mamas y Papás El Pais 09.01.2018
El modelo educativo actual y las nuevas formulas pedagógicas Blog Think Big
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